En 1963, la compañía holandesa Philips lanza un invento revolucionario. Se trata del casete. Aunque coexistió con otros formatos de grabación y reproducción en cinta como el cartucho de ocho pistas, esta pequeña caja con capacidades de almacenamiento variables, terminó por imponerse. Ya en la década del setenta, con máquinas que incorporaban reductores de ruido como el inventado por Dolby, y materiales como el dióxido de cromo, el casete empezó a ser una alternativa portátil que no ofrecían los discos de acetato.

Paradójico. El casete nunca representó una amenaza para la industria discográfica. Incluso, en las décadas del setenta y ochenta, e impulsadas por el walkman que inventó Sony, las ventas del casete rompieron todos los registros. Ni las grandes multinacionales discográficas, ni los artistas que eran re-grabados sin licencias o permisos, sintieron que esa práctica tan común de armar un casete a partir de uno o varios long play, podía afectar sus ganancias. Eran tiempos de coleccionistas y románticos que preferían el acetato original, acompañado del cuadernillo con las letras de la canciones y ese olor tan particular al romper el celofán. El casete era visto pues como un artefacto transitorio, nunca definitivo. La calidad del sonido y lo frágil de su mecanismo interno, lo hacían efímero.

La era digital

Primero fue el láser disc. De allí evoluciona a un tamaño más pequeño. Para 1979, Sony y Philips desarrollan el disco compacto de audio que entra a competir con calidad y duración a los acetatos, que venían reinando desde tiempos de Thomas Alva Edison. En 1988, con el lanzamiento de los discos compactos grabables, la historia de la música como negocio se transforma demanera radical. Ya era posible tener en casa una copia exacta en calidad aldisco original; ya era posible armar listados infinitos de canciones, a muybajo costo.

Internet, la invención del formato mp3 que comprime la música a resoluciones bajas, la creación de Napster –servicio que permitía a sus usuarios intercambiar canciones-, y el lanzamiento en 2001 del iPod de Apple, completaban el escenario para una crisis seria que empezaba a vivir la industria discográfica. Para 2007 las ventas de discos compactos llegaban a 89 millones de copias, cuando en 2006 eran de 112 millones. Y las cifras seguían descendiendo… A quienes bajan canciones de internet sin pagar derechos; a quienes graban en sus casas discos compactos o bajan a discos duros miles de canciones, y se lucran de ello, el término “pirata” se les empieza a acomodar a la perfección.

Pero Steve Jobs desde Apple, lanza un salvavidas. En 2003 se abre la iTunes Music Store que garantizaba la venta de canciones individuales por 99 centavos de dólar, o álbumes completos; canciones originales, en resoluciones cercanas al formato del disco compacto, y con beneficios económicos para los músicos. Se estima que a la fecha, iTunes ha vendido cerca de 25 mil millones de canciones.

Todo tiempo pasado…

El negocio de la música o la música como negocio, cambió para siempre. Entre 1973 y 1982 se crearon los tres discos más vendidos en la historia: Thriller de Michael Jackson, The Dark Side of the Moon de Pink Floyd y Back in Black de AC/DC. Entre esas tres placas ya legendarias la industria puso en las manos y oídos de los fanáticos –y la cuenta continúa- un total aproximado de 165 millones de copias.

Semejantes cifras son difícilmente igualadas en estos tiempos. Por ejemplo, en lo que va corrido del siglo 21, solo Adele, con su colección de 2011 titulada 21, logró llegar a las 30 millones de unidades vendidas. Shakira, por su parte, con su placa 2001, Laundry Service, vendió 20 millones en el mundo entero.

Las grandes ventas de discos son pues cuestión del pasado. Ahora la música se ha trasladado a la red, a YouTube, a los celulares y demás dispositivos personales. La música ahora se lanza desde pequeñas disqueras especializadas. Los fenómenos de venta son un tanto más acomodados a la nueva realidad. Bruno Mars, éxito global, escasamente llega a las 4 millones de unidades vendidas con Unorthodox Jukebox. Y ahí detrás vienen los One Direction, Daft Punk y figuras de discutida calidad como Miley Cyrus, Katy Perry o Lady Gaga.

En su primeracolumna de 2014 para Forbes, el columnista musical Bobby Owsinski nos ofrece una serie de explicaciones de porqué desde que Apple instituyó iTunes, 2013 fue el primer año en que el negocio de venta de música digital sufrió una caída. Y la principal causa de este retroceso es el aumento de usuarios que prefieren suscribirse a servicios de streaming como Spotify, Rhapsody, iHeartRadio o Google Play Music, donde el repertorio musical puede cambiar cada día. Y debido a esto, Owsinski vaticina que el álbum como formato tendrá que evolucionar para responder a las demandas de un público que por estos días prefiere los sencillos.

El nuevo escenario

Aunque la industria discográfica ha sido lenta en reaccionar a los cambios. Aunque parece aturdida y a punto de caer a la lona, no todo parece perdido.Aires de nostalgia traen de regreso a las tiendas y a los gustos de coleccionistas viejas y nuevas placas editadas en vinilo. Tornamesas que graban viejos long plays a computadores, sin ningún tipo de ruido o scratch, gracias a nuevos software… dos pequeñas muestras de que no todo está perdido.

Pero en los conciertos y presentaciones en vivo, es donde las grandes disqueras y sus músicos estrella están poniendo todas sus apuestas. One Direction, un grupo juvenil inglés, recaudó 114 millones de dólares en 2013. Bruce Springsteen sigue siendo El Jefe: 145 millones de dólares. Justin Bieber se embolsilló 169 millones, mientras que un aparentemente acabado Bon Jovi consignaba 259 millones de dólares.

Aun queda tiempo para ver más pequeñas revoluciones dentro de la músicacomo negocio. Aun queda tiempo para ver la reinvención de una industria impredecible, dinámica, cambiante. Quizás la presencia de Rolling Stones en Colombia nos aclare aun más el asunto.